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Técnicas de estimulación con fines analgésicos

Existen dos técnicas básicas de estimulación con fines analgésicos:

  • A alta frecuencia y baja intensidad
  • A baja frecuencia y alta intensidad

Tratamientos de analgesia a alta frecuencia y baja intensidad

Basada en la “Teoría del Gate Control”, se aplica utilizando frecuencias comprendidas entre 50 y 150 Hz. Y aplicando los electrodos sobre el recorrido del nervio que supuestamente transmite la señal de dolor. Su efecto suele ser casi inmediato aunque la duración del efecto analgésico es de corta duración.

Fundamentos

La sensación del dolor, parte de los receptores nerviosos existentes en todo nuestro cuerpo, los cuales, en presencia de un estímulo, generan un impulso eléctrico que, atravesando las fibras nerviosas, llega a la médula espinal y desde ésta se transmite al cerebro. Este se encarga de recibir el estímulo, lo interpreta y, en función de sus características, provoca el dolor en el punto de partida.

La aplicación de estímulos eléctricos externos, provoca una interferencia que distorsiona las señales emitidas por los receptores nerviosos.

Técnica de tratamiento

Tal y como hemos dicho al principio, el equipo de programa a frecuencias comprendidas entre 50 y 150 Hz, aplicando los electrodos sobre el recorrido del nervio que transmite la señal del dolor.

Por lo tanto, el éxito del tratamiento dependerá de que sepamos identificar correctamente la situación de este nervio y de que sepamos acertar dentro del rango de frecuencias de 50 a 150 Hz, cuál es la adecuada en cada caso. Veamos pues, cómo podemos conseguirlo.

Identificación del nervio y aplicación de electrodos

No siempre nos va a resultar fácil identificar el nervio que debemos estimular, de hecho, algunos especialistas dicen que: “En la mayoría de los casos, es más una cuestión de ensayo-error”. Siendo más precisos: lo primero que necesitamos es contar con un buen diagnóstico sobre la causa y el origen del dolor. Para lo cual, resulta imprescindible haber consultado antes a un especialista.

Una vez hecho esto, deberemos tener al menos un conocimiento elemental sobre cómo está constituido nuestro sistema nervioso periférico.

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Como podemos ver, el sistema nervioso sigue un recorrido longitudinal a través de las extremidades y transversal en la zona del tronco. Por otro lado, todas las ramificaciones nerviosas terminan su recorrido introduciéndose en la médula espinal, camino de ese “ordenador central”, que no es otro sino nuestro cerebro.

Conocidas ambas cosas, la aplicación de los electrodos resulta mucho más sencilla, pues nos bastará con seguir una de las siguientes reglas:

  • Aplicar un electrodo sobre la zona del origen del dolor y el otro unos diez centímetros por encima, en el recorrido del nervio
  • Aplicar los electrodos a ambos lados del origen del dolor, dejando entre ellos una separación de 5 a 10 cm

A menudo encontraremos dibujos explicativos que no sigan ninguna de estas dos reglas. Esto, no debe de extrañarnos ni preocuparnos demasiado ya que, como todo en esta vida, hay escuelas y teorías diferentes y, en cualquier caso, una colocación inadecuada no conlleva peligro alguno, siempre y cuando no se apliquen los electrodos en las zonas sometidas a contraindicaciones.

Determinación de la frecuencia

Partiendo de la base de que es imposible saber de antemano cuál es la frecuencia específica en la cual se transfiere la señal del dolor en un paciente concreto y para una dolencia determinada, puesto que está demostrado por la experiencia, que para idéntica patología y sobre pacientes distintos, la frecuencia analgésica más eficaz no siempre es la misma.

Lo que quiere decir que solo hay dos maneras de solventar dicha dificultad.

Una, la de realizar pruebas empezando en una frecuencia dentro de la banda media de las frecuencias analgésicas (90 ó 100 Hz) e ir modificando los valores cada diez minutos hasta encontrar el valor adecuado. Lógicamente resulta lenta y fatigosa.

La otra, consiste en utilizar un estimulador que ofrezca la posibilidad de modular las frecuencias de modo constante y automático. Con la primera manera obtendremos siempre un efecto analgésico rápido, siempre y cuando tengamos la suerte de acertar a la primera. Con la segunda, el efecto analgésico puede tardar unos minutos más en aparecer, pero nos ofrece la seguridad de que, de no ser así, nunca será por no haber seleccionado correctamente la frecuencia.

El efecto de acomodación

Un inconveniente de trabajar a frecuencia constante, es el que se produce en los tratamientos de larga duración como consecuencia de la reacción natural del propio organismo al ver interferidas las señales de dolor.

Ya hemos dicho, que las frecuencias utilizadas para la transmisión de señales desde el sistema nervioso hasta el cerebro estaban comprendidas entre los 50 y 150 Hz. Esto, quiere decir que, en principio, nuestro organismo puede utilizar cualquiera de ellas. Por tanto, si por ejemplo, estimulamos a frecuencia fija y a 100 Hz durante mucho tiempo, el propio organismo reaccionará “cambiando” la frecuencia de emisión de sus señales en busca de lograr su objetivo.

El efecto de acomodación a la frecuencia, se reduce sensiblemente cuando utilizamos programas que modulan la frecuencia. Lógicamente, cuanto más amplio es el rango de modulación más se vita el que éste efecto se produzca.

También produce el efecto de acomodación con respecto a la intensidad del estímulo. Cuando estamos leyendo, por ejemplo, no percibimos el contacto del respaldo del asiento en nuestra espalda. Lo que ocurre es, entre otras cosas más complicadas, que los receptores aumenten el umbral de estimulación para evitar que el estímulo constante sobrecargue al Sistema Nervioso Central. Por este motivo, los neuro estimuladores destinados específicamente a la analgesia, suelen incorporar diferentes modos de funcionamiento diseñados específicamente para evitar que esto suceda. Los más comunes son:

  • La estimulación con “anchura de pulso modulada”. En los que la anchura de los pulsos se amplia o reduce constantemente de forma automática
  • La estimulación con “intensidad modulada”. En los que la intensidad de estimulación crece y decrece de forma automática

Ambas sirven para evitar que la percepción sensorial de la estimulación sea constante y solventar el problema de la acomodación.

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Pulsos de frecuencia y anchura modulada

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Pulsos de frecuencia e intensidad modulada